Qué tan global es la tasa global acordada por el G-7

Daniel Mazzone
3 min readJun 6, 2021

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Apuntes sobre la ciberespacialidad que sustituye en la sociedad electrónica, la territorialidad en que se fundaba la categoría global de la sociedad industrial. Un mundo que nos obliga a nuevas precisiones.

Daniel Mazzone

Los ministros de Economía del G7 se reunieron en Londres el 4 y 5 de junio, en la reunión preparatoria de la cumbre del 11 al 13 de junio en Cornwall, Reino Unido, que además de los 7 miembros, incluirá a Australia, Corea del Sur, India y Sudáfrica.

Los responsables de Economía lograron un consenso largamente buscado en torno a una tasa impositiva global de 15% para las multinacionales, que acota sus movimientos porque ya no podrían elegir donde pagar sus impuestos; deberán pagar en donde operen.

Si bien el acuerdo no es vinculante, y para que alcance legitimidad falta un largo y seguramente trabajoso proceso, no hay duda de que marca un hito para el conjunto de la sociedad, no solo, aunque sí principalmente, en el plano económico. Puede considerarse el primer gran acuerdo para establecer responsabilidades y límites en el ciberespacio, que es la nueva dimensión que prevalece en la sociedad electrónica, desplazando en su importancia, a la concepción territorial de la sociedad industrial.

Estas consideraciones iniciales nos conducen a la necesidad de nuevas precisiones terminológicas. Los propios decisores y el periodismo informan de una “tasa global”, pero parece razonable pensar que en la sociedad electrónica, definida por un nuevo ecosistema, se reformula lo global, principalmente porque ya no se trata de un concepto territorial, sino que alude a una ciberespacialidad que ha entrado en la pantalla geopolítica con este acuerdo del G7.

El acuerdo no es vinculante, si bien el peso económico-político de estos 7 países, que representaban en 2018, el 58% de la riqueza neta mundial y más de 46% del pib mundial le otorga obvia preminencia a sus decisiones. Si Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón Reino Unido y Estados Unidos, constituyen el grupo de países más ricos del capitalismo occidental, se trata de un consenso que alcanza básicamente al universo capitalista occidental, caracterizado por el común denominador del republicanismo democrático (en la monarquía británica y el imperio japonés, reina y emperador coexisten con sistemas de gobierno parlamentarios).

O sea, más allá de que no son vinculantes, las decisiones del G-7 constituyen un indicador que se irá trasladando al resto de los países que coinciden filosófica, política y económicamente con el grupo. O sea, es de alcance vasto, pero no global.

Y no lo es, precisamente porque el ciberespacio ha dejado de ser único, para dividirse en al menos dos grandes burbujas: la iniciada por los Estados Unidos en 1969, luego resignificada por la incorporación europea de la web, en 1991, de la cual se fue apartando progresivamente, la burbuja ciberespacial china.

El ciberespacio chino contiene sus propias plataformas, redes y medios y sus propios formatos de regulación, y también se encuentra en plena organización. Sin embargo algunas reglas ya están claras: las entidades occidentales que pretendan jugar algún rol -comercial, social, periodístico, etc.- en esa ciberespacialidad, lo harán con las normas y leyes chinas que la configuran, y no con las normas y leyes con que las compañías occidentales han sido configuradas.

Los temas que abre esta nueva correlación son interesantes, por cuanto hay una serie de países que en el plano político o aun económico orbitan en torno a Rusia y China, pero que en el ciberespacio funcionan dentro de la burbuja occidental. Es el tipo de contradicciones que plantea esta transición entre la sociedad industrial y la electrónica. Una transición que indudablemente deparará muchas y crecientes novedades.

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Daniel Mazzone

Magister UdeSA, Buenos Aires. Libro más reciente: Máquinas de mentir, “noticias falsas” y “posverdad”, Buenos Aires, noviembre de 2018