Argentina y Uruguay: dos modalidades de confinamiento frente a la pandemia

Daniel Mazzone
3 min readMay 22, 2020

--

Daniel Mazzone

En el periodístico Animales sueltos (América TV) del 21 de mayo, entre los múltiples e interesantes debates que se disparan en ocasiones entre los propios panelistas, se originó uno que resultó superado al comenzar, por el oleaje de lo urgente.

El núcleo del programa radicaba en la continuidad de lo que ya se denomina, “la cuarentena más larga del mundo”. En ese marco, el conductor del programa, Luis Novaresio, introdujo los casos de Paraguay y Uruguay, a lo cual la panelista Romina Manguel dijo no me podés comparar a la Argentina con Uruguay, basándose en el tamaño de su población. El conductor respondió, por qué no, si vos comparaste a Argentina con Estados Unidos. El argumento era fuerte y el debate prometía, pero, cosas de la dinámica periodística, el tema se desplazó en nuevos pliegues.

Retomo el hilo en ese punto, no como uruguayo, ni como uruguayo/argentino que debe mucho de lo que es, a ese gran país, sino como interesado en los buenos debates; intentaré fundamentar que hay aspectos en los que Uruguay y Argentina son comparables, más allá de que por tamaño poblacional y geográfico no lo sean.

La comparación finalmente ocluida me parecía pertinente por cuanto el origen de la cuarentena, como respuesta a la pandemia tuvo diferencias sustanciales en ambos países. Tiendo a otorgar mucha importancia a los orígenes estratégicos, ya que suelen anunciar, a veces de manera perceptible, lo que puede esperarse y también sus imposibilidades.

Argentina y Uruguay adoptaron el cierre de fronteras y el confinamiento de las personas, al mismo tiempo, pero con diferencias sustanciales. Mientras en Argentina el confinamiento fue total y obligatorio, en Uruguay, el Gobierno optó por una mayor flexibilidad y confinamiento voluntario. La toma de riesgo era obvia, al centrar el cuidado de la salud colectiva en la responsabilidad individual de los ciudadanos.

No es un punto menor: se trata nada más y nada menos que de la libertad individual y su administración en aras de un interés superior como la salud colectiva. El Presidente explicitó en varias oportunidades que su decisión tuvo bases filosóficas. Incluso no fue fácil, por cuanto el partido de oposición, el Frente Amplio, que fue gobierno hasta el 1 de marzo, y lo había sido durante 15 años, proponía mayoritariamente la cuarentena total y obligatoria. Más aun, el por dos veces ex presidente y además médico de profesión, Tabaré Vázquez, hizo mucho énfasis en el confinamiento total y obligatorio. No obstante, el presidente, Lacalle Pou se mantuvo firme en su posición inicial.

No creo -el Gobierno tampoco lo asegura- que esté todo dicho, ni que el éxito de la estrategia uruguaya esté garantizado. Pero sí es cierto que aquel inicio -más el imponer un comité de tres notables de la economía, la medicina y la bioquímica, para definir los posibles escenarios de salida- fue decisivo para que aproximadamente un mes después de empezar el confinamiento, el 22 de abril, comenzara la apertura de un alto porcentaje de escuelas rurales y la industria de la construcción con sus ramas afines.

Pasó otro mes, y sin que los contagios ni las víctimas fatales se dispararan, el 21 de mayo, se anunció el retorno (también voluntario de los educandos) a la presencialidad de toda la enseñanza, en sucesivas fases entre el 1 y el 29 de junio, así como la voluntad de seguir analizando sector por sector, hasta totalizar el conjunto de la actividad económica. Ante la pregunta periodística sobre si era posible dar marcha atrás, el presidente formuló esta excelente síntesis: “Hacia adelante, todo lo posible; hacia atrás, todo lo necesario”.

Una vez más la flexibilidad y la transparencia máxima en la información, basadas ambas en un gran respeto por la libertad individual, posibilitaron nuevos pasos hacia el reintegro de los uruguayos a sus actividades.

Creo firmemente que las sociedades de Argentina y Uruguay, aun con dimensiones e historias diferentes, tienen un corte cultural parecido y similar capacidad de administrar su libertad responsablemente. El gran acierto del Gobierno uruguayo fue apostar con firmeza a la libertad, demostrando que la confianza en la gente no es un concepto abstracto, sino un principio estratégico decisivo, que dio vida a lo que vino después.

--

--

Daniel Mazzone

Magister UdeSA, Buenos Aires. Libro más reciente: Máquinas de mentir, “noticias falsas” y “posverdad”, Buenos Aires, noviembre de 2018